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miércoles, 12 de octubre de 2011

JOSEFINA; MUJER SIN TEMORES

Josefina Vázquez Mota habla de sus batallas íntimas y políticas. A sus 50 años responde sobre temas como la pasión por el trabajo, el balance con la vida privada, cirugías, anorexia y enfrentamientos con Marta Sahagún y Elba Esther Gordillo.
 
 
Ciudad de México, 11 de octubre de 2011.- Nos recibió en su casa en La Herradura, al poniente de la Ciudad de México. Su esposo, Sergio Ocampo Muñoz, y sus hijas, María José y Montserrat Ocampo Vázquez, esperaban que la mamá regresara de trabajar. Celia, su segunda hija, llegaría más noche.

“Es la primera vez que sucede esto”, dijo Josefina Vázquez Mota, precandidata del PAN a la Presidencia de la República. “Nunca habíamos abierto nuestra familia en toda mi vida en la política o en el sector empresarial, ¡ni cuando daba conferencias!”. Y enfatiza: “(Lo hacemos) porque nos da gusto presentarnos como somos y donde vivimos. Lo que ves es producto de nuestro trabajo. Tenemos, Sergio y yo, unas hijas maravillosas que viven en absoluta normalidad”.

-Déjeme presentarla como Josefina Eugenia Vázquez Mota, ¿qué le dice el nombre de Eugenia?

 Que mi mamá estaba muy inspirada. Dice que ese nombre le encanta. Yo me llamo como ella. Cada que cierro los ojos la recuerdo cantando, llevándome a ver actuar a Amparo Montes con la canción de “Vereda Tropical”. Mi madre me enseñó la alegría de vivir.

 -¿Qué le dice el apellido Vázquez?

El es el apellido de mi papá, un apellido popular y mexicano, que viene de una familia así, de origen sencillo y del cual me siento muy orgullosa. A él le debo la pasión por la lectura. Es un apellido trabajador que me pone siempre los pies en la tierra.

-¿Y Mota?

Es un apellido sui géneris, poco común en México y va perfecto con Vázquez. Mi abuelo era muy bohemio, fue carnicero, panadero, recorría todo el país y el mundo, él le escribía discursos a Vicente Lombardo Toledano, era medio comunistoide y tuvo diferencias con mi abuela.

-¿Y alguna vez probó la mota, la mariguana?

No, pues no. Nunca. Ni por curiosidad.

-¿Cuándo era niña decía: “Quiero ser presidenta”?

-No, la verdad no. Siempre me gustaba debatir, fui jefa de grupo en la secundaria, me gustaba el liderazgo, tomar decisiones, organizar cosas, llevar a todos mis amigos a estudiar a mi casa.

 -¿Quiénes son sus hermanos?

En orden de nacimiento: María del Carmen, es comerciante, como una segunda mamá para nosotros; Luis Antonio, maneja el negocio familiar (tiendas de pinturas); lo mismo que Guadalupe, que es la persona más buena que conozco; luego yo; después mi hermana Margarita; Gerardo Arnulfo, quien me presta su casa para reuniones políticas, y la más pequeña es Angélica. A todos los recuerdo de niños jugando en Teziutlán, Puebla, en la Quinta Francia, la granja donde mi mamá creció y donde pasábamos las vacaciones juntos.

-Yendo a esos años, ¿quién fue su primer amor?

Mi papá, no tengo ninguna duda. Se me caía la baba por él (risas). Luego en la secundaria, tal vez, pero nunca fui noviera, hasta que conocí a Sergio en la Vocacional y ahí sí, me enamoré perdidamente.

-Y en esa época fue más rebelde con su papá…

(Risas) Sí, porque después de haber estudiado en escuela mixta, mi papá me quería inscribir en una de purititas mujeres, lo que me pareció absolutamente intransitable, resistí tres días (a pesar de que mi papá había pagado todo el primer año de colegiatura) y me fui. Así que entré al politécnico

 -Y ahí cambió su vida…

Ahí me enamoré de Sergio Ocampo Muñoz, a los 15 años de edad. A mis papás no les gustaba nadita. A mí me encantaba estudiar, a él irse de pinta y hacer deporte. Yo me llevaba muy bien con mis profesores y a él lo sacaban de las clases. Ahora llevamos 27 años de matrimonio. Es mi contrapeso. Llego en la noche, digamos que soy adicta a la BlackBerry, y me dice: “Ya, Pina, deja eso un rato, relájate; mañana se resolverán tus complicaciones”. Tiene una gran capacidad para leer a la gente y me dice: “No confíes en esa persona, porque no es de fiar”. Y casi nunca se equivoca.

-¿Cómo quién?, ¿Acaso le dice, “Pina, en esa líder no confíes”?

(Risas) No, no. No necesariamente. Lo dice con gente que ni siquiera está involucrada en la política.

-¿Él a qué se dedica?

Es vendedor en la empresa Maseca.

-¿A Sergio le gustó la idea de que usted sea candidata?

Cuando le dije que quería entrar a la política (en 1997) fue la ocasión en que me dijo que no le encantaba esa idea y que ojalá pensara diferente. Y es la única vez que le he avisado lo que voy a hacer (risas), después, ya nomás le cuento. La candidatura la platicamos muchas veces, no sólo con él, sino con las niñas, porque para mí era fundamental que en la familia estuviéramos de acuerdo, que mis hijas se sintieran parte de eso.

-A su hija Celia no le gustó la idea

Celia María siempre ha sido muy generosa y comprensiva, pero me dijo que ella no quería que se supiera que soy su mamá. Me decía: “Porque no me van a dejar ayudar a la gente (ella estudia Medicina), quiero entrar a la Cruz Roja y que nadie me trate diferente”. Así que le respondí que era absolutamente respetable. Y yo admiro eso de mi hija, porque creo que la tentación sería lo contrario, que quisiera un trato diferente.

-Regresando a Sergio, ¿cómo procesa tener una líder como usted en casa?

Tal vez ayudó mucho que nos enamoramos desde muy jóvenes, que hemos vivido juntos más años de los que vivimos con nuestros padres. Él sabe el gran esfuerzo que ha significado estar aquí.

-¿Quién manda en casa?

Cada uno manda en cosas diferentes. A mí me encanta mandar en lo básico: que si se compran estos muebles, que si se pinta hoy o mañana, que estén las cosas que las niñas necesitan. A Sergio le gusta más tener influencia en la escuela de las niñas y lo que van a hacer, qué decisiones van a tomar. Él pone las reglas de los horarios los fines de semana, pero a veces sí le digo : “Oye, María José ya tiene 24, ya se puede quedar a dormir en casa de su amiga”.

-¿A qué edad comenzó a trabajar, Josefina?

A los 16 años en el CONACYT y me acuerdo que ganaba 500 pesos al mes. Ahora no gano nada, porque ya no estoy en la Cámara, estoy como “desempleada”, así que ahorré y mi familia me ayuda. Como conferencista, tuve muchísimo éxito y llegué a cobrar hasta 6 mil dólares. Ahora sí que como dice la canción de Juan Gabriel: “Yo era muy feliz, yo vivía muy bien”, y le puedo decir a la política: “Hasta que te conocí, vi la vida con dolor”, (risas). Soy absolutamente independiente, tengo mis tarjetas de crédito, manejo mis cuentas bancarias, decido qué gasto, cuánto gasto. No podría vivir de otra manera.

-Con todo el tren de trabajo que arrancó impartiendo conferencias al poco tiempo de dar a luz, ¿fue su marido, en cierto modo, más mamá que usted?

 Pues no. Nos compartimos mucho las tareas. En 2000, cuando estuve en el Congreso y luego en la Sedesol (como titular de la Secretaría de Desarrollo Social), él se quedó con las niñas en Chihuahua y asumió muy bien su papel de papá, y lo hizo espléndidamente.

 -¿Es mas fácil llegar a Los Pinos con una familia como la que tiene, es decir con hijas ya adolescentes, y no niñas tan pequeñas?

 Lo he pensado, pero creo que si están bien formadas, si son maduras, no me generan ninguna preocupación adicional. Y si no, ahí estaremos para recordarles que somos como cualquier otra familia de este país.

 -¿Cuántas propiedades tiene, Josefina?

Mis únicas propiedades son esta casa…

-¿Y por qué se queda pensando?

No, porque lo hemos hecho con hipotecas. Estamos comprando una casa en Jajalpa (Estado de México) que está muy bonita. Es una hipoteca a 20 años y llevamos muy poquito pagado.

-¿En qué le gusta gastar?

Primero pienso en lo que necesitan las niñas. Me encantan los libros y la música. Me gusta vestir bien, tengo un estilo muy clásico. En vestidos veo algo bonito y me encanta: visto Carolina Herrera, Tahari, tampoco soy muy complicada. En zapatos, Nine West, Bandolino, Rockport, Salvatore Ferragamo. En bolsas no tengo ninguna marca prefereida.

-La gente opina de su buen gusto para vestir, ¿es una inversión?

Es una inversión, pero tampoco me quita el sueño.

-¿Qué es lo que no le gusta de su físico?

Me hubiera gustado ser un poco más alta. Por lo demás, me siento perfectamente cómoda.

-¿Tiene alguna cirugía plástica?

Las mínimas indispensables, vinculadas al tema de la mujer (risas). Estéticas, algo absolutamente leve y ligero. No me sometería a ninguna, ¿a qué hora? Aparte, estoy muy feliz de tener 50 años y me siento muy contenta. Ya me acostumbré a verme así en el espejo.

-¿Hace ejercicio?

¡Ay!, me encanta. Procuro que de los siete días de la semana, cuatro o cinco haga bicicleta, elíptica, escaladora, mancuernas, ligas, me encanta estirarme, relajarme.

-¿Se considera buena amiga?

Pues lo intento, espero que mis amigos piensen que sí.

-¿Se puede tener amigos en la política? Hay quien dice que no

Absolutamente sí. En mi partido cuento a Carlos Medina (Plascencia), Dolores del Río, Gloria Luna y tengo una amistad entrañable con Margarita Zavala y con Elena Álvarez. En otros partidos, puedo contar a Beatriz Paredes (del PRI) y con Amalia García (del PRD) me entiendo muy bien. Con Ruth Zavaleta me entiendo perfecto y Xóchitl Gálvez es mi amiguísima y le agradezco que me esté ayudando en este proyecto (la búsqueda de la candidatura presidencial del PAN).

 -¿A qué le tema, Josefina?

En mi vida he demostrado que no tengo miedo, en todo caso sí tengo preocupaciones. Me preocupa no ser una persona justa, no poder responder de la mejor manera a tantas expectativas.

-¿Teme perder?

No, no me da miedo perder. Sé que tengo que estar preparada para ganar o perder y por supuesto que estoy haciendo todo para ganar y tengo fe en que voy a ganar.

LAS BATALLAS DE PINA

Del sexenio de Vicente Fox (2000-2006), Vázquez Mota recuerda ciertos roces con Marta Sahagún, ex vocera presidencial y esposa del ex presidente. En un tiempo, sus actividades en Sedesol la llevaron a destacar a escala nacional. Con ello, su figura pública lució en los medios y creció su presencia en el círculo cercano a Fox. Se habló por ello del enojo de Marta.

Ya en 2006, Vázquez Mota entró a la campaña de Felipe Calderón y vinieron polémicas en su paso por la Secretaría de Educación Pública (SEP) con la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo.

-¿Cómo llegó a Sedesol? Pasó ahí el sexenio entero.

Estuve tres meses antes en el Congreso y lo último que pensé es que me iba a invitar el presidente Vicente Fox a una secretaría de Estado. Había una expectativa de muchos de que duraría muy poco. Después, esa dependencia se convertiría en una de las instituciones que acompañó permanentemente el trabajo del Presidente.

-Y todo el mundo volteó a verla...

Sí. Viví esa secretaría con una intensidad y entrega que han marcado mi vida para siempre.

-¿Qué hizo para que se molestara Marta Sahagún?

Yo no sé si estaba o no enojada conmigo...

-No me diga que no lo notaba...

(Risas) Bueno, yo lo que hice, y no sólo en Sedesol, sino también en la SEP, fue defender la vida institucional y eso de pronto provoca no complacer a todos.

-¿Le insinuó transferir recursos a Vamos México?

Nunca hubo esa insinuación y tampoco hubo esa consideración de mi parte.

-Ya en 2006 usted se sale del gabinete foxista y se va a la campaña de Felipe Calderón.

 Sí. ¡Y bueno, bueno, qué desafío! La campaña más desafiante de la historia moderna. Diario era vivir como un año completo, en todo.

 -Otra batalla ahí fue con Juan Camilo Mouriño.

Ellos eran un equipo que ya acompañaba al Presidente de antemano, un equipo muy sólido y unido entre ellos.

-Y llegó ese cierre de campaña calderonista, en el Estadio Azteca...

Ya era muy cercano al día de la elección y Juan Camilo tenía la gran responsabilidad de toda la parte operativa, era muy audaz y talentoso. Logró ese Estadio Azteca. Hubo momentos muy buenos y otros más difíciles y complicados. Yo tuve casi o nada de participación ese día.

-La siguiente batalla fue en la SEP, donde se encontró con Elba Esther Gordillo

Mira, se han dicho muchas cosas, pero tuve con ella un desafío de orden institucional, pero, al mismo tiempo, reconozco en su persona la voluntad y la audacia de construir junto conmigo en la SEP.

-¿Impone Elba Esther Gordillo?

Ella es una mujer de poder, que sabe para qué sirve el poder y entiende las reglas del poder.

-¿Son amigas?

No. Ella es una mujer de la política que aprendí a conocer. Me puedo sentar a dialogar con ella sobre temas de educación, del país...

-¿Sobre la candidatura a la Presidencia?

Es un tema del partido y en todo caso yo quiero hacer una alianza con las maestras y los maestros de México.

-¿Si fuera usted la candidata del PAN, la buscaría?

Hasta hoy no he tomado esa decisión y lo que he decidido es buscar a las maestras y los maestros de México.

-El 4 de abril de 2009, el día que dejó la SEP, fue un día muy difícil...

Sí, yo realmente no quería dejar la SEP, pero la vida no me deja de sorprender y haber llegado al Congreso, a luz de la circunstancia, es lo mejor que me pudo haber pasado. Ese día desperté con mucha tensión, con tristeza, creo que no dormí casi nada, desayuné antes de ir a Los Pinos con mis colaboradores más cercanos para agradecerles, luego llegué a la residencia oficial y Margarita (Zavala) y el Presidente tuvieron un gesto cariñoso con mi familia, porque vinieron las niñas y Sergio, a los que invitaron a pasar a la oficina presidencial.

Les dijo que me estaba pidiendo esto porque me necesitaba en el Congreso (Vázquez Mota fue elegida diputada para el actual periodo legislativo y ahora goza de licencia para buscar la candidatura a la Presidencia). Saliendo de ahí fui a comer con mis papás, mis hijas y mi marido y el resto fue seguir adelante. No lloré ese día, pero los días previos fueron muy difíciles.

-Usted temblaba ese día. ¿Se iba a desmayar?

No, pero fue un día muy difícil. Creo que está bien que los ciudadanos sepan que los políticos somos de carne y hueso, que somos fuertes, decididos, pero hay momentos difíciles.

-Surgió el rumor de la anorexia...

Ese rumor surgió antes. Me siento muy bien como vivo. Si la hubiera padecido lo diría, porque creo que mi caso hubiese ayudado a otras personas, pero no es así.

-Más que preguntarle si México está listo para una mandataria, ¿cree usted estar preparada para un país machista? Además, ¿qué le hace pensar que puede ser presidenta?

 Estoy preparada, porque he llegado hasta aquí con el país que tenemos. Puedo ser presidenta porque conozco este país desde dos agendas fundamentales, la educativa y la social.

 -¿Negociaría con el crimen organizado?

Jamás, no tengo ninguna duda.

-¿Legalizaría la interrupción del embarazo en el país?

Yo comparto los fundamentos de mi partido, el respeto por la vida y al mismo tiempo te digo que nunca estaría de acuerdo con la criminalización de las mujeres.

-¿Legalizaría las drogas en México?

Abriría un debate responsable, pero creo que no estamos en condiciones de legalizar las drogas, que sería más bien una rendición, sobre todo cuando tenemos una debilidad institucional, un Estado débil, que hoy tiene el reto de (ser) un Estado fuerte y democrático.

-¿Y qué piensa del matrimonio entre personas del mismo sexo?

Yo tengo mis convicciones, pero en todo caso creo que tenemos que respetar las libertades de otros y mientras eso no afecte lo fundamental. Me preocuparía porque sus derechos estén garantizados en lo social, en los derechos de propiedad.

Josefina despidió la charla regresando a su familia, imaginando cómo le gustaría que la recordara su esposo: “Me encantará que cuando se acuerde de mí, sonría”. Y sus hijas: “Que sepan que no importa físicamente dónde nos encontremos, siempre estaremos juntas”. (Créditos: http://www.quien.com/, http://www.josefina.mx/)

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