El pasado 1 de julio, miles de ciudadanos del municipio de Mérida depositaron su confianza en Renán Barrera Concha al elegirlo en las urnas como su alcalde para que desde el 1 de septiembre y durante los próximos tres años, sea el responsable, primero, de trabajar por recuperar la credibilidad de los meridanos para con su autoridad municipal y, segundo, recobrar la imagen de la capital del estado con calles limpias y bien iluminadas, servicios de calidad, cuentas claras, seguridad, oportunidades de empleo, atención de las demandas en comisarías, entre otras peticiones de los que habitamos la otrora ciudad blanca.
La hora de la verdad se acerca para el alcalde electo surgido de las filas del Partido Acción Nacional. La cuenta regresiva sigue su marcha de forma irrefutable, sí. Pero para Renán Barrera no hay cabida para los pretextos a pesar de no tenerla nada fácil.
Y el diputado local con licencia no la tiene cómoda porque, entre otras cosas, muy probablemente heredará un ayuntamiento meridano con millones de pesos en deudas y muy seguramente con arcas públicas vaciadas por una arrogante y ambiciosa Angélica Araujo Lara –hoy “flamante” Senadora electa- que solo ha utilizado sus puestos públicos para trepar escaños en el ámbito político camino a la gubernatura de Yucatán, que muy seguramente buscará dentro de seis años.
Pero retomemos el tema que nos atañe. El 1 de septiembre la silla del Primer Regidor de Mérida deberá estar ocupada por un joven político panista al que muchas personas, incluso dentro de su propio partido, le daban muy pocas probabilidades de ganar, ya no se diga la alcaldía, sino la contienda interna de Acción Nacional.
Sin embargo, ante la mirada de propios y extraños, Renán primero derrotó a Beatriz Zavala Peniche, una reconocida panista con amplia experiencia política, sí, pero con larga cola que le pisen y carente de promesas de campaña que inclinaran la balanza a su favor.
Posteriormente ganó en la campaña por la alcaldía a Nerio Torres Arcila, joven político surgido del nuevo PRI y cuyo pecado principal es ser hijo de una persona “non grata” para muchos, lo que no fue aceptado por varios sectores de la sociedad e incluso por priístas, esto sin demeritar lo logrado por Barrera Concha.
Mientras tanto, el ex regidor y diputado local con licencia de Acción Nacional apostó en ambas contiendas por una campaña de contacto directo con la ciudadanía, de aparente humildad, con ofrecimientos y promesas de hacer “una Mérida para todos, diferente y con rostro humano” (Sic).
Sí, es cierto, Renán la tiene muy difícil por todo lo anteriormente expuesto, pero especialmente porque tendrá que lidiar con los gobiernos federal y estatal administrados por gente surgida del Partido Revolucionario Institucional para obtener recursos económicos suficientes que le permitan hacer un buen trabajo y cumplirle a la sociedad del municipio de Mérida.
Empero, reitero, no hay pretextos. El alcalde electo panista siempre supo a lo que se exponía durante este trajín político rumbo a recuperar Mérida. Ahora Barrera Concha tendrá que hacer valer, por lo menos, todas y cada una de sus promesas de campaña desde el sábado 1 de septiembre para, como parafraseó una y otra vez en la campaña, “pulir la joya de la corona y sacarle brillo de nuevo”.
Y es que el joven político del blanquiazul sabe muy bien que si “la joya de la corona” no resplandece lo suficiente al término de sus tres años de administración municipal, su sueño por aspirar a contender por la gubernatura de Yucatán en el 2018 por el PAN puede irse por la borda y, de paso, también su ascenso político dentro de las filas de su partido.
(Publicado en Yucatán Hoy el 23 de agosto de 2012)
http://www.yucatanhoy.com/opinion/renan-barrera-la-tiene-dificil-pero-no-hay-lugar-para-pretextos.html
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